jueves, 14 de mayo de 2015

Días de furia

Breve nota (no esquizofrénica) del dueño del blog:

La presenta entrada, conjunto de grafemas, palabras y revoltijo mental, es una manifestación de los diálogos internos que cotidianamente le suelen ocurrir al que suscribe en el presente espacio, carente de sentido ortodoxo y lógica elemental. Es pues, una ligera muestra de lo que el individuo conocido como Alan Omar Rodríguez Amezola tiene que lidiar mientras camina, se acuesta, va al baño o se saca los mocos. 

Sin más preámbulo, démosle vuelo a la hilacha, como diría la ruquiza.

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El Alan y su postura mientras no está arranado en su oficina o casa.
Es antinatural e ilógico pensar que no hay persona en el mundo que no pase por algún momento de enojo, molestia o estrés en algún punto de su día o de su semana. Es normal, todos nos enojamos por X ó Y razón y es completamente válido, así nos hizo aquel que nos haya creado y dotado de una personalidad.

Pero habemos personas y personajes que quizá en ocasiones exageramos en las causas que nos generan cierta molestia, o como lo dice el título de este texto, nos enfurecen. Me cuento entre las personas más impacientes del planeta, aunque mi universo es muy limitado, pues no he traspasado las fronteras de nuestra bonita patria, nuestra bonita nación, así que mejor me limito a decir que soy quizá una de las personas más impacientes de mi familia y de entre los que conozco.

Por ello, dejo a disposición de los únicos dos lectores (espero que sean esos al menos) de este espacio, una ligera lista de todo aquello (y que recuerdo) que me irrita, y no precisamente la piel o el estómago.

- Toparme con muchos peatones a la vez: entorpecen mi paso como si lo hicieran deliberadamente, metiéndose en mi trayectoria y al mismo tiempo lo hacen con un paso lento y delicado, como si la calle de pasarela se tratara. Mi nivel de molestia crece cuando esto pasa un fin de semana en el centro de Guadalajara.

- La gente que se pone en las puertas del tren: especialmente si los pasillos de los vagones están prácticamente vacíos y cuando no lo dejan salir a uno cómodamente.

- Los que toman el camión y se bajan en cinco cuadras o menos: por huevones y regalar seis o siete pesos que servirían para algo mejor.

- Que incumplan una hora de servicio: suele pasar cuando te prometen entregarte algo a determinada hora y resulta que no está listo y te dan otra hora en la que todavía no está listo. Ayer me pasó en la lavandería, pues tuve que ir 3 veces 3 a recoger mi ropa, dos de ellas después de la hora pactada.

- Los dulceros del cine: por tardados, huevones y por querer venderme algo que no quiero. Aplica para los cajeros de restaurantes de comida rápida.

- Los indecisos en los lugares antes mencionados: si haces fila para comprar algo con lo que te vas a atascar, tienes que ir determinado a saber qué es eso por lo que vas a pagar, al resto le haces perder su tiempo y en mi caso alimentas que nazca una úlcera.

(Paréntesis, a veces me gustaría ponerme como Michael Douglas en la siguiente escena)


- El refrigerador "vacío": lo admito, soy alguien que come más de lo que quizá debería y de los que estando en casa abre el refrigerador cada 15 minutos. Pero encontrar que no haya algo rico o que se pueda cocinar, eso ya es pasarse de la raya.

- La impuntualidad: no se necesitan explicaciones.

- La redundancia: tampoco se requiere de explicar qué onda con esto.

- Datos erróneos: especialmente cuando se trata de algo en materia de deportes profesionales.

- Los fanáticos: llámense religiosos, a algún equipo, a alguna ideología. Se hacen más daño a sí mismos, pero no lo pueden ver, su fanatismo no se los permite.

- Que entre algunos colegas sólo se hable de futbol como si fuera lo único que existe: enough said.

- Los New England Patriots: putos ellos.

- Los taxistas que no quieren ponerte el taxímetro: por eso ya mejor siempre uso CityDrive cuando lo requiero.

- La comida sin picante: no tiene chiste comer, eso es frustrante.

- Sudar: gracias, calor.

- Los partidos del Tri: son infumables, aún y si se tratan de los del Mundial.

- La televisión mexicana: no hacen nada, NADA bueno.

- Que en pocas ocasiones la cartelera en el cine no tenga nada qué ofrecer.

- Que la red 4G a veces falle: y últimamente ha pasado eso con mucha regularidad.

- Los que ponen en altavoz la música de su celular.

- Y ya para no hacerla tanto de emoción, la existencia de ese cabrón.

Tengo muchas más cosas por las que me enojo, todos las tenemos, pero creo que sólo las recuerdo al calor del momento, además, preferí no agregar más para no hacerlos enojar. Eso habla bien de mi, por cierto.

Ustedes, ¿en qué coinciden y qué agregarían?

Lo que recomiendo es que no se tomen tantas cosas (como yo) muy a pecho, vida sólo hay una y hay que disfrutarla, hay que vivir en un campo de rosas y ver siempre el cielo azul, con arcoiris por todos lados, sonrisas en cada persona con la que nos topamos y sabores dulces en cada cosa que probamos...

Sí, como no...
El rostro del Alan al momento de escribir en este blog...y durante casi todo el día.

jueves, 7 de mayo de 2015

Experiencias de Cinito II y III: Ambivalencia vengadora

Breve episodio esquizofrénico del dueño del blog:

- ¿Dos entradas en el blog en una semana y de paso consecutivas Alan?, ¿te sientes bien?
- Claro, no veo cuál es el problema. Si tengo la necesidad de escribir de algo, lo hago.
- Eso no suena nada a ti, estás bien cagado.
- Intento ser cagado, pero no me sale muy bien.
- Jajajajajaja ¡qué cagado!
- ¬¬'' (o en algo así se transforma su rostro).
- Está bien, te doy chance, nada más no escribas de forma pretenciosa.
- No prometo nada.

Ahora sí, lo que importa:

¿Por qué en esta ocasión se abordan dos experiencias a la vez? La respuesta es simple: se trata de la misma película vivida en lugares y situaciones completamente opuestas, así que la experiencia fue, obviamente, diferente en cada una de ellas.

Todo esto, porque la película que en esta ocasión se abordará lo ameritaba y se trata de EL ESTRENO del verano (aunque sea primavera): Avengers Age of Ultron.

Sí, esa película que a lo largo de tres años se nos prometió a los que sabemos mucho, poco o nada de los superhéroes de Marvel, pero a la que indudablemente la gran mayoría le íbamos a regalar nuestro dinero, no una, no dos, quizá hasta tres veces. En lo personal me detuve en la segunda, pero a la hora de escribir esto ya planeo una tercera.

El largometraje en cuestión se estrenó desde el pasado jueves 30 de abril (fecha muy oportuna para el mercadeo diría yo) y un alto porcentaje de gente fue a verla a la función de medianoche dadas las 1384561555684 opciones que tenían. Afortunadamente (o desafortunadamente) no fui uno de todos ellos y preferí verla de forma más tranquila, por aquello de lo ermitaño que resulto ser.

Bien, mi plan, era verla al siguiente día por la tarde, en cualquier sala de nuestra amada Perla Tapatía. Pero a las 9:30 horas de ese día, un montón de delincuentes sin escrúpulos se pusieron de acuerdo para tirar mi plan a la basura. Putos ellos.

- Pero ¿por qué echaron a perder tu plan Alan Omar?

Pues en esos días, correspondía vivir y disfrutar de mi descanso doble, privilegio del que gozo cada dos semanas y como cada dos semanas salgo a desintoxicarme de esta ciudad y tomo rumbo a tierras alteñas.

Ante la contingencia que se dio ese 1 de mayo en Guadalajara, decidí postergar mi regreso a la ciudad y con él, mi oportunidad de ver Avengers de una forma digna.

At your service only in the US, Africa and Sokovia, not Guadalajara.
Así que las únicas opciones que tenía, era emprender camino a un lugar llamado Plaza San Javier, que alberga 3 Salas 3 de cine, para una comunidad de poco más de 75,000 habitantes. Válgame el Señor. Pero la urgencia era tal, que me lancé a dicho lugar. (Aquí va un agradecimiento a mi pá por prestarme el coche para ir, aunque la dicha plaza quede a 20 minutos caminando).

Continuando... Para mi deleite, se repitió la historia que tuve con la primera Avengers, pues también la vi allá, en Arandas, ante la urgencia de saber qué pedo, por qué tanta atención (y porque ya me había chutado todas las de Marvel antes). En esa ocasión, la sala tenía un extraño aroma a orines, quizá porque ya habían pasado como tres funciones previas a la que acudí y pues...no se les da mucho a los de servicio hacer un gran trabajo allá.

Ese viernes, no esperaba lo mismo, esperaba algo más digno. Pero antes, llegué 45 minutos antes de la hora pactada de la función y en un lugar como ese, en el que no hay tiendas donde puedas bobear y al que vas solo y no tienes con quien jugar una partida de boliche, pues la única opción que quedaba para hacer tiempo era ir al bar. Y al bar caminé. Tomé un asiento, la única mesera en servicio también la hacía empleada de limpieza y me atendió amablemente, dado su multitasking.

Una cerveza me acompañó en el rato, mientras por Twitter tenía una seria discusión con Marco "Mazatleco" Burgos sobre qué lugar era mejor, si su amado Mochis o mi amada Arandas. (Obviamente Arandas es mejor, ¡tómala Mazatleco!) Perdón, me estoy desviando del asunto...

En fin, tras tomar la cerveza como si de agua de manantial se tratara, pedí una orden de nuggets de pollo, por aquello de que algo tenía que comer mientras mis ojos observaban EL SUCESO del verano (aunque fuera primavera), por lo que también salí rápido del bar y me aposté hacia la dulcería. Craso error.

Miren, cuando de un cine de un pueblo se trata, es entendible que no haya suficiente estructura para satisfacer las demandas de gente que piensa en lo mismo al mismo tiempo, es decir, de saturar una sala de cine para ver la película que todo mundo quiere ver, al mismo tiempo. Entonces, dicho lo anterior, pues la dulcería de la Plaza San Javier era un tremendo mercado, una fila que avanzaba más lenta que la de las tortillas, una sola cajera para atender a, fácil, 25 personas que buscaban sus chucherías al mismo tiempo y que a su vez no era capaz de registrar qué era lo que los clientes pedían. En serio, lo vi con mis cuatro ojos.

Ante tal panorama sacado de alguna de las historias de Misión Imposible (¡chaching!, referencia pretenciosa), di un paso al costado y me resigné a pasar más de 140 minutos de película con mugrosos siete nuggets de pollo, sin bebida y con las ganas de atascarme de unas saladas, grasosas, pero deliciosas palomitas de rancho.

Y ¿recuerdan el olor a orines de la sala? Pues en esta ocasión no estaba presente, sino que en su lugar, un tremendo tufazo a caballos (lo que me faltaba), se fue contra mis narices y no quedó más que la resignación. Pero ¡sorpresa!, los asientos eran nuevos, de un color rojo intenso, numerados, cómodos y con reposa brazos sin alcochonar, lo que es algo contradictorio, porque si tienes asientos cómodos, reclinables, lo menos que esperas es que el reposa brazo sea similar, aunque parece que allá no lo entienden.

En el círculo rojo, el detalle de la falta de reposa brazos acolchonados. ¡Ay dolor!
Y el asiento fue lo único bueno de toda la experiencia. Bueno, también el hecho de que allá no tienes que esperar 65642524821482 minutos para que empiece la película, pues no hay comerciales.

El mercado de San Juan de Dios se quedaba corto ante el escándalo que esa sala fue antes, durante y después de la proyección. Todo mundo hablando al mismo tiempo mientras las luces tenues se apagaron para la proyección de los cortos, que ya no me acuerdo cuáles fueron porque no me podía concentrar de tanto desmadre.

Para acabar de empeorar la situación, a mi derecha un par de niñas sentadas, la primera, lo reconozco, era más seria que la otra, quizá por ser mayor, pues diría que en el 90% del tiempo se mantuvo callada, atenta y sorbiendo su vaso de refresco. Pero la que estaba a su derecha, ¡el diablo, el DIABLO! Saltaba sobre el asiento, se levantaba, caminaba por el pasillo, le quería hacer plática a su ¿hermana?, a su mamá, se asustaba con Hulk, gritaba y finalmente, se durmió, lo cual fue bueno, pero ya cuando no contaba demasiado.

La pequeña Juana (nombre genérico) no fue la única, pues también había un Juanito (nombre genérico otra vez) cuyo papá fue lo suficientemente responsable de darle no se qué chingados, porque no se callaba en ningún momento y su voz con bocina integrada, opacaba el sonido de la película, que dicho sea de paso, en esa sala no es el ideal, especialmente por su tamaño, pero ese es otro punto y aparte. Juanito, no gritaba de miedo, sino de la emoción y siempre tenía que hacérselo saber a su padre. Ganas no me faltaron de aventarle el último nugget que me faltaba (que conservé religiosamente hasta el último tercio de película) y atáscarselo en la garganta para que se callara.

Así que, en esta ocasión tenía que soportar a dos mocosos (y mucho más regados por la sala) gracias a la incompetencia y falta de sentido común de los padres, que no inculcan a sus criaturas la cultura de ver una película en paz y disfrutarla como Dios manda. ¿¡A dónde vamos a parar!?

Pero, todo eso debí haberlo previsto ante la urgencia de ver Avengers, ¿o no? En fin, como decía unas líneas atrás, la sala sólo tenía de buenos los asientos, Mi lugar, creo, tenía una buena ubicación, pero mientras se desarrollaba la proyección, no quedé tan convencido de eso. El sonido y su volumen: un completo asco. En perspectiva, se escucha mejor el cuchicheo de unas doñitas en misa que las secuencias de acción de la película. De verdad.

Y el tamaño de la sala, ni se diga. Es descomunal, quizá con una capacidad para 280 personas, me imagino, y ese día estaba llena. Como si fuera una sala IMAX de las de cualquier cadena comercial. Y si tienes tanto espacio, tendrías que imaginar que la pantalla estaría acorde. ¡Pues no! Las pantallas de las salas de cine de Arandas son como la del Cineforo de la UdeG o de una sala pequeña del Cinépolis de la Gran Plaza. Un verdadero chiste, me quedaba muy lejos la proyección, para colmo de mis males estaba doblada al español y peor aún, la chela bajó muy rápido a la vejiga, por lo que tuve que pasar, 2 horas 2 aguantando las ganas de orinar, ¡porque quería ver Avengers!

Terminó la película y de inmediato salí corriendo, pues por no ir al baño, mis riñones ya estaban sintiendo dolor ¡pero quería ver Avengers!, ¡y la vi!, ¡y no me gustó tanto! ¡Arghhhhhhh! Bueno, sí me gustó, pero me parece infinitamente superior la primera.

Y esa fue la mala experiencia... ahora vamos con la buena.

- ¿Más? No la chingues, ¡ya te extendiste más que cuando escribes tus crónicas de 900 palabras!
- ¡Calla!, que esta vez ya daré un juicio sobre la película.

Tras lo mal que la pasé viendo Avengers AOU en mi pueblo, tenía que compensarlo viéndola como Odín manda (Rich, dixit), así que aprovechando mi tiempo libre de oficina, como buen Godínez me lancé al Centro Magno (mi lugar favorito para ver películas) a ver una de las funciones de mediodía. Y como la película se proyecta en el 95% por ciento de las salas de esta ciudad, era improbable que no hubiera funciones entre las 13:00 y las 14:00 horas. Y las hubo, eran como 5 funciones 5 distintas, así que elegí ir a una que se proyectaría en Sala XE en punto de las 13:30, por lo que tomé mi debido tiempo para, valga la redundancia, llegar a tiempo.

Error. Guadalajara estaba colapsada en ese momento, gracias a unos amables maiceros que exigían apoyos al gobierno y que bloquearon la Av. Vallarta para sus fines, es decir, la avenida que directamente me llevaría a la gloria de disfrutar Avengers como se merece. 

(A ver señores maiceros, no tengo nada en contra de su causa, al contrario, me parece correcto que exijan lo que se les prometió, pero sobre todo, que merecen, pero entiendan que hay CANALES APROPIADOS para ello y el alterar la estabilidad, paz y salud mental de terceros, que nada tienen que ver con sus problemas, no es la más correcta, gracias).

Creí que haber tomado el autobús a las 12:45 era buena idea, pero resulta que no. Tuvo que desviar su ruta y terminó tomando una avenida que estaba saturada por ser vía alterna y obviamente me alteré por no llegar a tiempo. Desesperado, bajé del autobús y busqué un taxi. Lo encontré y le dije a dónde me dirigía, pero TODAS las vías alternas estaban saturadas, así que tuve que trazar una ruta donde no existiera tanto tráfico, pues faltaban 10 minutos para las 13:30.

Mi plan no funcionó, pues resignado llegué al lugar a las 13:50 (¡una hora 15 minutos para llegar a un lugar que en día normal llegas en 15 minutos!) y decidí entrar a la función de las 14:00, en sala normal, pero con la película en su idioma original.

Tranquilamente, compré mi boleto y era hora de ir por el menaje, especialmente porque ya tenía hambre. Error.

No medí cuanto dinero me quedaba disponible y muy confiado, ordené un combo de palomitas grandes, bebida jumbo y un hotdog (suficiente para saciar el apetito, diría yo). Antes, tuve que esperar 10 minutos 10 en la fila de la dulcería, pues sólo había una persona (¿deja vú?) atendiendo y una señora después de mi bastante urgida por hacer sus compras, pues el tráfico la hizo llegar tarde para entrar a tiempo a ver el partido de la Champions entre el Barcelona (¡Visca el Barça!) y el Bayern, y pues le tuve que ceder el lugar (lo sé, soy un pan de Dios).

Pero de regreso a mis broncas, una vez pedido el combo, me dispuse a pagar con la tarjeta de nómina (Godínez que soy), sin embargo, no pasó. La chica hizo un segundo intento y el pago fue denegado. Fue ahí que me cayó el veinte, de que no tenía ni un veinte. Triste mi caso. Resignado, pedí que se cancelara la venta y solamente me cobrara las palomitas (cosa para la que sí me alcanzó).

Ante la pena, la vergüenza y la arrastrada que hice con la de la dulcería, entré a la sala y fue como llegar al paraíso. Sólo cuatro personas y lejos de mi lugar. No podía pedir más y pude disfrutar como Odín manda (Rich, dixit x2) y todo lo ocurrido antes de esta función se borró al instante en el que el logo de Marvel se desplegó.

Ahora sí, mis observaciones no pretenciosas (pero que sí lo son):

- Era difícil que como audiencia, Avengers AOU nos sorprendiera más que la primera. Ese fue mi caso y como dije, sí disfruté la película, me gustó, pero quizá me pareció un poco más predecible, no me impactó tanto como la del 2012 y siento que le faltó una o dos situaciones en específico que le dieran punch. Algo así como el "We have a Hulk" de Tony Stark, o como esto que ocurrió en la primera.

- Las secuencias de acción sí están con todo, con madre como diría la "chaviza", en especial la del Hulkbuster Vs. Hulk, que pueden ver aquí, aunque no completa (para eso, vayan a ver la película):

- Creo, y es mi humilde opinión, que dentro de la trama se trataron de desarrollar pequeñas tramas extras, que a final de cuentas poco hacen para aportarle al propósito principal de la historia.

- A Ultrón le #HizoFaltaVerMásBax.

- Me pareció que hay partes donde se abusó de situaciones cómicas, no bueno.

- Elizabeth Olsen es lo que Dios tenía preparado para mí, si no, échenle un vistazo.
¡Grrrrrrr!

- El número que usted marcó, no está disponible.
- Pero yo sí.

¡Yisus craist!

Yo sí me ando dejando manipular por ella.

- Sí, son más de 140 minutos de entretenimiento, se te pasan muy rápido, pero insisto, algo faltó.

- Sale KickAss y termina 'ass-kicked' (Ba da bum tssss).

Me quedé ya sin ideas, mejor voy y me preparo para regalar mi dinero por tercera ocasión, pero esta vez sí será acompañado.

miércoles, 6 de mayo de 2015

C'est la vie Mon Amour

Reflexionar a fondo, a conciencia, no es algo que se me dé muy a menudo, menos cuando de tener días ajetreados se trata.

Pero en los últimos días, mi conciencia me ha dejado algo muy en claro y eso es el reordenar ciertos aspectos que son ejes de mi vida personal, dejando de lado los ejes de la vida profesional.

No tengo claro bajo qué estado emocional estoy viviendo desde los últimos 5 meses y medio. El dolor ha estado presente, también la alegría. La decepción, la satisfacción, la indiferencia y la excesiva atención a algo son parte también del cóctel y del carrusel de situaciones en las que siento me he visto inmerso en los últimos 161 días.

Parece mucho y poco a la vez...

Es nada y es todo al mismo tiempo...

Vivo en una dualidad...por un lado tengo todo y cada vez más; por el otro estoy vacío.

Da igual.
Hola, mi vida es un desmadre.


martes, 7 de abril de 2015

Experiencias de Cinito I: Sudar por la velocidad

Breve (o no tanto) nota introductoria:

Se siente extraño escribir sobre otra cosa que no sean temas relacionados a mi labor diaria. Es aún más extraño volver a hacerlo de repente después de más de un año de no aprovechar este espacio que abrí hace casi seis años y hacerlo con la libertad que a veces mi distraída o muy activa mente me dice que lo haga, pero hoy regreso con nuevos (¿?) bríos a escribir cuanta tontería aleatoria invada mi mente.

En esta ocasión y para este regreso nada triunfal, inauguro una sección llamada Experiencias de Cinito, o a las que hay que conocer como: "este güey se quiere lucir escribiendo de temas de los que no sabe, pero nada más quiere presumir que fue al cine y nos quiere spoilerear la película"; pero eso anterior es muy largo para escribirlo como título y tuve que recurrir a tres simples palabras.

Para ya no hacerla tan larga, mejor vamos a la esencia del post, con la firme promesa de que ahora sí, ya no voy a descuidar tanto este sitio de profunda reflexión personal.

Sudar por la velocidad

Para bien o para mal, en las carteleras de su complejo de cine más cercano está rompiéndola la séptima entrega de una saga completamente dedicada al sin sentido físico más elemental, pero que está llena de coches veloces, batos musculosos, explosiones, mujeres más rudas que el homie más rudo del barrio que te respalda y una carga sentimental alta en bromance: Rápidos y Furiosos 7.

Rudos del jet-set a sus órdenes
Y bueno, como todo buen amante de lo que está de moda, no podía quedarme sin saber qué más tenía que ofrecer esta banda que en la entrega anterior pudo contra coches con motores de F1, un tanque de guerra y que con un simple Jeep, un Seat y un Mitsubishi pudo darle en la torre a un avión del tamaño de dos o tres colonias juntas.

En fin. La experiencia de este, su seguro y pretencioso relator, se dio este pasado domingo 5 de abril, dos (¿o tres?) días después del estreno. El lugar, Cinépolis de Centro Magno, en Guadalajara. La hora: 19:30. ¿Cómo llegué? Mejor no entrar en detalles. Boleto en mano, la obligada visita a la dulcería tuvo para mi una grata sorpresa: ¡por fin hay unifila en este complejo! Primer manifestación de felicidad en mi ser. Tras comprado el caro menaje con el que posteriormente me atascaría en la sala, era hora de entrar a la función.

Craso error llegar a un complejo media hora antes de que inicie la función. Bueno, consigues buen tiempo para comprar tus porquerías, pero cuando el proceso es tan rápido, la entrada a la sala se restringe. Todo gracias a lo cerdos que fueron los anteriores espectadores. Este fue el caso, al esperar 10 minutos (¡10!), con bandeja de chucherías en mano, frente a la empleada que me iba a cortar el boleto. Primer manifestación de molestia en mi ser.

Una vez dentro, me aposé sobre el asiento en el que confiaba no estaría rodeado por nada ni nadie. Inocente yo. Tras la obligada escucha del repetitivo "La Radio en el Cine", las butacas a mi alrededor comenzaron a poblarse y mi plena comodidad se vio comprometida. Todo se fue al carajo cuando una familia de 13, entre adultos y niños (¡niños menores de 11 años!) se sentó en la fila de atrás. Segunda manifestación de molestia en mi ser.

La segunda venida de mi apocalipsis personal estaba cerca. Me vi rodeado por 2 parejas, una a mi izquierda, otra a mi derecha. Y la miel que brotada a mis costados terminó por embarrarme. Tercera manifestación de molestia en mi ser.

Lo que salvó el momento, gracias a alguna fuerza benévola que emana del cácaro de la sala, fue la proyección del tráiler de Avengers. Más de uno (me incluyó) tuvo un orgasmo en seco. Segunda manifestación de felicidad en mi ser. Lo anterior y lo seguido resultó irrelevante, desde la retahíla de comerciales estúpidos hasta el tráiler aún más estúpido (y de paso con mala calidad de sonido) de una película producida por el a otrora galán (y drogadicto) de telenovelas juveniles, ahora convertido y célibe cristiano, mejor conocido como Eduardo Verástegui.

Después del enésimo comercial tonto, y tras 46,164,594,155,861 minutos esperando que la película comenzara, se nos dio el gusto de que el logo de Universal Studios cubriera toda la pantalla y que el show comenzara.

A continuación, me ahorraré toda la palabrería para describir detalladamente la película. Además no tengo buena memoria para irme paso por paso de cada escena que vi. Así que solamente pondré algo de lo que me acuerdo y que esta película me hizo pensar, en una lista sencilla.

- A cada secuencia de acción que transcurría, una me hizo sudar más que la anterior y así sucesivamente. Cada situación es tan pendeja y absurda, que al momento de verla crees que sea posible, de ahí que la adrenalina (al menos en mí) se haya disparado.

El derroche de testosterona compensa la calvicie.
- Cada coreografía de peleas es tan detallada y bien montada, que varios seguramente se convencieron de que con saber andar en las calles aprendías a pelear así.

- A 'The Rock' y Jason Statham #NoLesHaceFaltaVerMasBax.

- No he visto la serie completa, las primeras tres no las vi, pero para aquellos que sí, no saldrán decepcionados de un cameo.

- También a las que se derriten por cierto artista de bachata se les da gusto, aunque sea por 15 segundos.

- El morbo que se tiene por saber qué escenas se filmaron después de muerto Paul Walker también se satisface, es muy fácil darse cuenta cuando ya no había más un real Bryan O'Conner.

- El final es sumamente conmovedor, cerca estuvo de deslizarse una que otra lágrima por mi mejilla.

Tu rostro digital casi me hace llorar.
Conclusión a la experiencia: Soy un junkie de las películas de acción. Entre más ridículas, imposibles e irreales sean las secuencias, más disfruto y gozo como enano de una película de ese tipo. Furious 7 consiguió que eso pasara.

También, salí de la sala 2% menos inteligente que a como había entrado, no creo recuperar eso perdido, pero siento que salí más que satisfecho. La prueba es que de inmediato me puse a googlear el nombre de la chica que le da vida a Ramsey.

Lo bueno: Los 130 minutos que dura esta cosa. Incluído Kurt Russel, aunque su personaje me haya parecido hiper mamón.

Lo malo: El nefasto señor que se la pasó diciendo ¡ah perro! a lo largo de toda la función.

Fin.



miércoles, 12 de febrero de 2014

'I'll be back'

Como lo dijera un joven Schwarzenegger en Terminator, les adelanto que pronto volveré a ocupar este espacio.

Saludos.

¡Albricias!